Un cable coaxial está formado por un núcleo sólido (normalmente de cobre) o de hilos rodeado por un aislante, un apantallamiento de metal trenzado (cobre o aluminio) y una vaina externa. El apantallamiento protege los datos que se transmiten, absorbiendo el ruido, de forma que no pasa por el cable y no existe distorsión de datos.
Rodeando al núcleo existe una capa aislante dieléctrica que la separa de la malla de cobre. Esta malla trenzada actúa como masa, y protege al núcleo del ruido eléctrico y de la distorsión que proviene de los hilos adyacentes. Una cubierta exterior no conductora (normalmente hecha de goma, teflón o PVC) rodea todo el cable, para evitar las posibles descargas eléctricas.
El cable coaxial es más resistente a interferencias y atenuación que el cable de par trenzado. La malla de hilos absorbe las señales electrónicas perdidas, de forma que no afecten a los datos que se envían a través del cable interno. Por esta razón, el cable coaxial es una buena opción para grandes distancias y para soportar de forma fiable grandes cantidades de datos con un sistema sencillo.